Mitos sobre el vino que deberías desterrar

Creado: Mar, 20/07/2021 - 04:39
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Redacción Excelencias Gourmet
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vino

En torno al vino existen numerosas creencias, algunas carentes de fundamento sólido, de gran arraigo popular que circulan y se repiten de manera asidua.

Los rituales del vino, originados por la larga historia y cultura de esta bebida, se han convertido en un arma de doble filo en la sociedad actual, que demanda sencillez y claridad. La complicación a la hora de consumir el vino, con procedimientos complejos, no hace otra cosa que confundir al consumidor que en ocasiones opta por bebidas más sencillas.

Conocer al máximo sobre el producto de la uva hará que su disfrute sea algo más placentero. Para ello, se deben desterrar algunos mitos que todos hemos escuchado en más de una ocasión, por completo. Veamos cuales son las 'leyendas urbanas' con las que nos encontramos cada día en el mundo del vino.

Vino: Mitos a desterrar

El vino mejora con los años

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Una vez comprado, el 95% de los vinos NO mejora con los años. El 4% de los vinos puede mejorar algo en los próximos tres a cinco años, y sólo uno de cada 100 vinos puede mejorar con el tiempo y en la mayor parte de los casos no más de 10 años, tiempo a partir del cual inician su declive.

Muchos son los posibles motivos del que probablemente es el mayor mito del vino. A saber, la confusión entre la guarda en bodega (crianza) con la guarda en botella (periodo de consumo) una vez adquirido, la imagen generada en los medios con los vinos de coleccionistas que se compran y se venden en las grandes subastas (y nunca se beben), o incluso el género literario que ha acuñado esta expresión como metáfora para expresar la buena salud de una persona de edad.

Cuando una bodega pone un vino a la venta es porque considera que ya se puede beber, o como mucho guardar unos pocos años.

Los buenos vinos vienen con tapón de corcho

Este es un mito que no haría falta explicar. Evidentemente los tapones de las botellas no afectan a la elaboración del vino, ni siquiera a su posterior guarda en botella, que como hemos dicho debería ser la menor posible. Se trata más bien de un condicionante psicosomático, originado en la tradición y la cultura del vino.

Sin menoscabo de los excelentes tapones de corcho, cualquier vino se puede conservar perfectamente con tapones de rosca o de plástico, y no son necesariamente vinos de peor calidad. En resumen, la manera como se cierre una botella no incide realmente en el sabor ni en el aroma.

La única excepción sería ese 1% de vinos que podemos guardar por periodos superiores a los cinco años y que requieren tapón de corcho para su micro-oxigenación y correcta evolución en botella.

El vino tinto se sirve a temperatura ambiente

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Se trata de un concepto muy extendido en la cultura europea, principalmente la francesa. Esto responde a que en muchas partes del Viejo Continente hace frío y, por ende, las botellas están a una temperatura apropiada.

El vino debe servirse a la temperatura que índica la bodega y ésta no suele coincidir casi nunca con la temperatura ambiente. Habitualmente en los hogares solemos estar a unos 20-25 ºC con climatización, o incluso más en verano. No conviene tomar un vino tinto por encima de los 17 ºC, ya que aumenta la sensación de alcohol. Es más, los vinos jóvenes, tanto tintos como rosados o blancos, deben consumirse más frescos (a entre 10 y 12 ºC), mientras que los espumosos, al contener gas carbónico, deben tomarse aún más fríos: a entre 6 y 8 ºC.

El vino rosado es para mujeres

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El vino rosado suelen categorizarse como "cosa de mujeres" o "para principiantes" pues tiene fama de ser un vino poco exigente y fácil de beber La base de esto es que son generalmente muy afrutados. Sin embargo, muchos expertos alegan que esta idea debe ser erradicada. Existen rosados de excelente calidad, complejos, e ideales para acompañar todo tipo de comidas.

Los vinos caros son buenos

Es lógico pensar que un producto de mayor precio es mejor que uno más barato, pero si esto no siempre es verdad en la mayoría de mercados, lo es aún menos en el del vino. Es posible encontrar vinos a precios asequibles de alta calidad. El precio de las botellas de un vino en ocasiones es cuestión sólo de los costes añadidos propios de cualquier producto de lujo: exclusividad, 'marketing', publicidad...

El tinto es para carne, el blanco para pescado

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Este es otro tópico muy extendido, que no siempre es cierto. Hoy sabemos que la combinación del vino con el plato no depende del color, sino de la capacidad de éste en maridar con la comida, entendiendo maridaje como la cualidad del vino de potenciar el alimento, al preparar las papilas gustativas para estimular los sabores.

En este sentido el maridaje busca la mejor combinación entre acidez, sal, tanicidad del vino y grasa del alimento. La clave para obtener el mejor partido del vino con una comida, o la comida con el vino, es comprender los componentes básicos del plato. A veces el maridaje no es otra cosa que probar.

A mi dame un crianza, o un reserva

Cabe destacar que aquí no hablamos del periodo de consumo del punto primero anterior, sino del método de elaboración en la bodega, es decir si el vino ha sido envejecido o no antes de salir a la venta.

No cabe duda de que existen grandes vinos crianza, reserva y gran reserva. Tampoco hace falta decir que existen pésimos vinos crianza, reserva y gran reserva. Hay vinos jóvenes que son auténticas "explosiones de sabor", cálidos, potentes y de taninos maduros. Y vinos "reserva" que poseen un tanino verde, maderizados, y descompensados.

El método de elaboración, en cuanto a la crianza, puede condicionar su consumo: el maridaje, la ocasión, las preferencias,... pero en ningún caso la calidad del vino.

El vino espumoso con el postre

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Es habitual usar el Champagne o el cava para brindar en los postres pero esto es, precisamente, lo peor que podemos hacer. En los postres sería mejor utilizar un vino dulce. Realmente un buen vino espumoso, por su finura y, especialmente, si son brut o extra-brut (es decir, secos, sin azúcar), se deberían tomar al inicio de una buena comida, con los aperitivos, para ser apreciados mejor.

Abrir la botella de vino para que respire

El vino necesita oxigenarse, de eso no hay duda, pero abrir la botella y dejarla descorchada no nos aportará mucho, ya que lo que pueda pasarle al vino a través de la pequeña superficie del cuello de la botella es mínimo. Lo correcto para ciertos tipos de vinos será decantarlo (verter su contenido en un recipiente limpio, idealmente, de cristal) para así dejar que se airee y oxigene. En el caso del vino joven, debe entrar en contacto con el oxígeno para que desarrolle su alto contenido tánico y potenciar los aromas frutales. En el caso de los vinos muy añejos, también es interesante descantarlos para separar los sedimentos o pequeños posos que se hayan podido formar.

Fuente: Vinetur, Cocina y Vino, Bodegas Murulli Viteri

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