Son cuatro las cocinas que, actualmente, pueden presumir de estar consideradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, que a su vez son algunas de las más conocidas a nivel mundial por su influencia y su capacidad de innovación: la francesa, la japonesa, la mexicana y la mediterránea. La despensa que se enmarca dentro de la cocina y dieta mediterránea es tan variada como saludable, principalmente caracterizada por la producción agrícola y ganadera y por la importancia de la pesca, y se relaciona con países como España, Grecia, Portugal o Italia.
Para ser honestos, cualquiera de las cocinas de estos países podría ser justa merecedora de su propia declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y precisamente Italia ha sido una de las naciones que se ha puesto manos a la obra para conseguirlo. La gastronomía del país cuenta con diversos motivos por los que se reivindica como merecedora de esta designación, tales como su infinita despensa de alimentos de gran calidad o el desarrollo de su alta cocina. Asimismo, el hecho de que la propia pizza napolitana fuese reconocida en 2017 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad – la elaboración de pizza goza de más de 300 años de tradición en Nápoles – se presenta como otro de los avales de la candidatura.
Tras ser aprobada por unanimidad la propuesta por la Comisión Nacional a mediados de marzo de este año, el expediente será remitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores a la propia Unesco, y se espera que la decisión llegue a finales de 2025.
Mucho más que pizza y pasta
Si bien es cierto que la pizza es el mayor exponente alimentario de Italia – no hay país que no haya sido conquistado por esta deliciosa elaboración –, y la propia nación italiana ha sido una de las grandes promotoras de la pasta a nivel mundial – en 2021, Italia fue el mayor exportador de este alimento, con ventas por más de 3.350 millones de euros, según el Observador de Complejidad Económica (OEC) –, los ministerios italianos de Cultura y Agricultura, quienes han estado trabajando en la candidatura, han querido poner en valor todo el universo de tradiciones y rituales que conforman la cocina italiana a la hora de defender su propuesta.
Así, la candidatura define a la cocina italiana como “un conjunto de prácticas sociales, hábitos y gestos que llevan a considerar la preparación y el consumo de una comida como un momento de compartir y de encuentro”. En definitiva, “es el ritual colectivo de un pueblo que concibe la comida como un elemento cultural de identidad”.
Asimismo, en el escrito se recalca que “la cocina italiana forma parte de nuestra historia y es un patrimonio para 60 millones de italianos que viven en el país, para 80 millones de italianos y sus descendientes que viven fuera del país y para muchos extranjeros que aman y se inspiran en el estilo de vida italiano”.
La gastronomía italiana en el mundo
Parte de esa conquista de la cocina italiana en otros rincones del mundo se debe a la migración de numerosos italianos al continente americano a principios del siglo XX. Especialmente notorio fue el arribo de estos inmigrantes italianos a Argentina a lo largo de la primera mitad del pasado siglo – se estima que más de 2 millones de italianos recalaron en Argentina durante estos años –, lo que inevitablemente ha dejado una importante huella en el país latinoamericano.
A lo largo y a lo ancho del país se pueden encontrar, por tanto, distintas elaboraciones que poseen un indudable acento italiano, como la propia pizza, la polenta, la milanesa o la fugazzeta – una suerte de pizza rellena –, preparaciones íntegramente arraigadas a la cultura culinaria argentina.
En otros países, sobre todo en Europa, es habitual encontrar cientos de pizzerías y restaurantes italianos repartidos por las ciudades, lo que dan cuenta de la fama de la que goza esta cocina entre sus vecinos occidentales.
En Estados Unidos, por su parte, y más en concreto en Nueva York, la gastronomía italiana ha conquistado el barrio de Manhattan, donde emerge Little Italy, el cual estuvo poblado en sus orígenes por inmigrantes italianos y hoy en día aún se pueden encontrar múltiples establecimientos que preservan la cultura y la tradición del país europeo, principalmente restaurantes y cafeterías.
