Las calles de San Miguel de Allende asombran por doquier. Durante junio y julio los turistas pueden participar junto a los habitantes locales de varios festejos que hacen de la visita una posibilidad cierta de intercambiar experiencias y sumergirse en la identidad local. La Caravana de Locos es una experiencia fascinante para el viajero, que no sólo disfruta de un entorno arquitectónico colonial que se extiende por toda la ciudad sino que se verá rodeado, durante todo un día, de personajes que ocupan las calles en este clásico festejo del Estado de Guanajuato que se desarrolla en junio de cada año, como parte de la celebración de San Antonio de Padua.
Desde temprano decenas de personajes famosos, desde políticos, estrellas de televisión, de la industria de Hollywood, caricaturas o cualquier otro personaje del imaginario colectivo apela a diversos disfraces y se reúnen en la Iglesia de San Antonio donde participan de la Caravana de Locos hasta el Jardín Central de la ciudad. Allí el público puede ver de cerca a los protagonistas de esta fiesta donde todos compiten para ganar alguno de los premios. El broche de oro, después del desfile colorido, son los fuegos artificiales que le ponen fin a un día de celebración, risas, color, música y fiesta.
A su vez, en julio se realiza el Día de la Cueva, una verdadera verbena que tiene lugar en las faldas del cerro de los Picachos en honor a San Ignacio de Loyola. Por su parte, en las celebraciones por el Día de los Muertos se organiza la Feria del Alfeñique, donde las figuras de azúcar son lo más sobresaliente. En julio también se realiza la acostumbrada Apertura de la Presa de la Olla; y a finales de Junio se conmemora el nacimiento de San Juan Bautista.
Otra experiencia recomendable para el turista en Guanajuato es la conmemoración de una de las batallas que el pueblo mexicano libró para liberarse del imperio español, la Guerra de los Indios Tejocoteros. El evento se lleva a cabo en octubre, cerca de Santa Rosa, y recrea la toma de la Alhóndiga de Granaditas por los insurgentes. Todo en el marco de un ambiente de fiesta que empieza cuando los participantes se reúnen en la “cruz grande”. Los gachupines, los indios tejocoteros, el ejército español y los generales insurgentes hacen el recorrido entre cañonazos y mosquetones hasta la plataforma que representa la Alhóndiga para recrear la captura y fusilamiento de los españoles.
Esta conmemoración empezó en 1864 y se realizó hasta 1912, cuando el movimiento revolucionario se abría paso por todo el país. En 1934, finalmente, se retomó gracias a Tomás Ulloa, el Indio Mayor. Se dice que todo surgió por solicitud del emperador Maximiliano de Habsburgo para conocer los detalles de dicha batalla y los lugareños recrearon la escena para él. Claro que, a falta de verdaderas armas, tomaron tejocotes para atacar a los españoles. No se sabe a ciencia cierta la razón del festival, pero lo que sí se conoce es que se ha convertido en una gran tradición en Guanajuato.
Ubicado a 346 kilómetros del Distrito Federal, Guanajuato es uno de los 31 estados que forman parte de México. Su capital es la ciudad homónima, mientras que León se destaca por ser la ciudad con mayor cantidad de habitantes en el Estado. Con una superficie territorial de 30.608 km2, su nombre significa “lugar montuoso de ranas” o “cerro de ranas” en el idioma purépecha.
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