Los jefes de Estado y de Gobierno y algunos Reyes prefieren un buen plato de pasta a espumas y gelatinas, según concluyeron 25 chef reunidos en Roma para intercambiar ideas y platos, y ampliar así los menús oficiales.
A las preguntas ¿qué comen?, ¿cuáles son sus debilidades?, las respuestas son siempre las mismas: no pueden desvelar esos secretos. Aunque a alguno se le escapan detalles.
Christian García, el cocinero del Príncipe de Mónaco, ha confesado que a Alberto le gusta comer bien, que prefiere el pescado, en especial la lubina acompañada de soufflé de lechuga. Pero al Príncipe también le gustan las verduras y las frutas. Eso sí, siempre que sean del huerto de su residencia de verano.
A pesar de contar con el gran chef Bernard Vaussion, Nicolas Sarkozy y Carla Bruni prefieren platos sencillos como el pollo asado. En Rusia, en cambio, las cocinas del Kremlin custodiadas por Jerome Rigaud preparan platos de estilo europeo.
Mientras, en Finlandia, Sirka Routtinen opta por una cocina internacional. Más local es la cocina del alemán Ulrico Kerz, que apuesta por recetas con productos típicos del país.
Cada año estos chef se reúnen en una sede diferente para conocer las tradiciones y los productos típicos locales. Este año ha tocado Italia, por lo que los 25 cocineros viajarán desde Roma a otras ciudades de tradición culinaria como Módena, Florencia y Asís con la esperanza de que, tras la ruta gastronómica, la pasta y la pizza entre en los menús de los grandes presidentes del mundo o en las casas reales. La próxima cita será en Hong Kong.
La delegación de cocineros –ataviados con su chaqueta blanca y gorro alto- fue recibida por el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, quien ha recordado que “la historia de un país deriva también de su historia cultural y gastronómica”.
El presidente italiano reconoció en especial a sus dos cocineros, Fabrizio Boca y Massimo Sprega, de quienes dijo que recibe felicitaciones por la cocina cada vez que se celebra un acto en su residencia.
