MOUSSE DE CHOCOLATE: un postre con historia

Creado: Lun, 01/04/2024 - 07:26
Autor:
Credito
Maria Carrasco Lloria
Categoría
Chocolate

En un postre delicado como un mousse de chocolate debe ponerse un ojo especial en la elaboración.  Esta irresistible espuma de chocolate puede tener textura ultraligera o algo más densa, dentro de una fina receta a base de crema de leche batida con yemas de huevo. Pero aquí la estrella está en el cariño. Y bueno, también en el chocolate. Negro, blanco o con leche, todos ellos pueden combinarse con los elementos del mousse para coseguir un magnífico sabor marcado por la cremosidad más agradable al paladar.

El mousse proviene de la palabra francesa moss, que significa musgo o espuma a la traducción. Sin embargo, su origen francés no está tan claro. Sí sabemos que la primera aparición de la mousse se encuentra en el libro culinario Les soupers de la cour, del cocinero francés Menón en 1755, en el que describía una mousse a la que se podía añadir chocoalte, café o azafrán. La controversia surge cuando se tienen diversas teorías sobre su origen.

En la primera, el inventor fue Henri de Toulouse Loutre, al final del siglo XIX. Es una idea arriesgada, pues no estamos hablando de un cocinero sino de un pintor de corriente posimpresionista reconocido por pintar por doquier y frecuentar los bares parisinos de forma asidua. Parece loco, pero nunca sabemos de dónde puede surgir una idea.

La otra teoría es que quien creara la mousse sería el español Manuel Cordero, a las órdenes del cocinero mayor del ejército VIII francés, en la visita de Napoléon Bonaparte a la campaña de Astorga en 1810. Se le requirió preparar "su espuma de chocolate", lo que sorprendió tanto al Caporal que llevó a Cordero a la corte francesa y desde allí se popularizó este exquisito postre por Europa.

Y aun así, dar con esta receta no es nada complicado para cualquiera que tenga a mano los cuatro ingredientes que conlleva la elaboración de una buena mousse. Además, tan solo se tardan unos 15 o 20 minutos.

Ingredientes

170g de tu chocolate favorito

4 huevos

80 g de azúcar

200 g de nata montada o 30 g de mantequilla

Elaboración

Vamos a empezar por fundir el chocolate, de forma que puedas seguir con las elaboraciones mientras este se derrite. Puedes hacerlo al baño María o en el microondas. Con la primera técnica, conseguimos controlar mejor la fundición de un producto tan delicado como el chocolate.

Según expertos de este alimento que a tantos alegra la vida, el chocoloate negro es el que más tarda en fundirse, unos cinco minutos, pero aporta el sabor más intenso a un postre que se caracteriza por su suavidad. La temperatura perfecta para fundir el chocolate de 70% es de 48ºC, lo que podemos medir con un termómetro especializado para comestibles.

La mantequilla puede ser añadida al momento en que derretimos el chocolate con cualquier técnica que se utilice. Si utilizas nata, añadirla al baño María es la mejor opción.

            *Baño María: se trata de una técnica que utiliza la temperatura del agua para fundir        productos y conseguir mejores emulsiones. Consiste en superponer un recipiente adecuado          con el producto, dentro de otro más grande con el agua hirviendo.

A continuación separaremos las claras de las yemas, de forma que podamos incorporar la parte naranja al chocolate aun en el recipiente sobre el agua y mezclar bien. El resultado será una mezcla brillante y sedosa.

Mientras ocurre la emulsión de los primeros ingredientes, en un bol aparte vamos a montar las claras a punto de nieve con el azúcar. Esto se consigue bien con unas varillas electricas o con movimientos contantes y contundentes si se realiza con la heramienta manual. Habremos llegado al punto requerido cuando al girar el bol hacia abajo (siempre con cuidado, por favor) la espuma blanca resultante no caiga, y tenga una textura casi de crema. Si no te quieres arriesgar, aunque sea menos divertido, también puedes atender a que las puntas de este merengue no caigan una vez dejamos de batir.

Un consejo para montar las claras es que estén a temperatura ambiente o incluso un poco frías.

Viene la parte importante: juntar ambas elaboraciones. Con movimientos suaves y envolventes la mejor idea es incorporar las claras a la mezcla del chocolate cuando esta se haya templado, sino perderemos la textura espumosa del merengue. Siempre saldrá mejor cuando este paso se realice en varias tandas, pues la mezcla será más homogénea y no perderá el aire.

Así de fácil. Ahora solo tenemos que repartirlo en pequeños cuencos o boles para compensar las raciones y meterlo en el frigorífico entre una y dos horas.

Al ser un postre en frío, la primavera y el verano son los mejores momentos para consumirlo. Aun así, la mousse siempre puede hacerse un hueco para acabar la comida con un dulce y ligero postre casero.

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Maria Carrasco Lloria