Caribe ¿Tierra de tintos jóvenes?

Creado: Dom, 31/07/2011 - 16:06
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Por: Sommelier René García Valdés / Fotos: Alvite
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Caribe ¿Tierra de tintos jóvenes?

Junto al disfrute de las playas y bellezas de esta zona del mundo, la oferta gastronómica debe ser también placentera, no solo con comidas y bebidas características, sino también ajustando las de otras latitudes, como los vinos, a las condiciones peculiares del Caribe.

Por razones de clima y suelo, el Caribe no produce vinos competitivos. Su terroir es el de los rones, destilados de cuerpos y expresiones distintas según su origen. Son las bebidas imprescindibles que refrescan, como ingredientes de cócteles, las calientes horas del verano caribeño o en su versión más pura contribuyen a una digestión feliz de las comidas.

Sin embargo, el vino foráneo forma parte también de la propuesta gastronómica. La cultura múltiple que nutre lo caribeño hace del vino una bebida lógica y armónica, respetuosa con las tradiciones arraigadas durante generaciones.

Los productos del mar son parte importante de la dieta del Caribe. Pescados y mariscos sabrosos, en preparaciones disímiles, están presentes en los menús de todos los restaurantes. El maridaje clásico es con vinos blancos, ligeros o complejos según la preparación, pero siempre fríos en lo que respecta a la temperatura de servicio.

No obstante, en los últimos tiempos se ha impuesto acompañarlos con vinos tintos. Y sobre este asunto hay mucho que decir pues en cuestiones de maridaje “todo se puede hacer, pero no se puede hacer cualquier cosa”.

¿Tintos con pescados y mariscos? Bien, pero… existen reglas. Lo principal que debe caracterizar a estos tintos es su tanicidad mínima, pues taninos intensos pueden provocar en el paladar sensaciones desagradables, algo metálicas, cuando se combinan con platos de mar.

Taninos bajos en un vino tinto se encuentran en aquellos que son muy jóvenes, o mejor, en aquellos que no tuvieron estadía alguna en barrica. El barril aporta taninos de la misma madera, lo cual acentúa las sensaciones descritas. Mientras más prolongada sea esta estadía, mayor fuerza van a tener, aunque puedan expresarse de forma más sumisa, pero no más ligera.

Añadimos a esto la variedad de uva. Existen uvas tintas con mayor tanicidad natural que otras. Tiene que ver con el grosor de su piel, almacén de los taninos. Se conoce que variedades como cabernet sauvignon, syrah y nebbiolo, por mencionar unas pocas, poseen una piel más gruesa en comparación con otras como pinot noir, de piel muy fina. Por consiguiente, las primeras aportarán mayor carga tánica en el proceso de vinificación.

Esas razones, por solo mencionar dos, son las que deben guiar la elección sabia del vino tinto a acompañar con los platos marineros. Sin embargo, algo debe exigirse en el servicio de estos: la temperatura.

El clima caribeño es muy caluroso, y se siente más intenso en ambientes playeros y costeros, paraíso de vacacionistas. Cubiteras con hielo y agua deben formar parte del ritual de la sommelería caribeña no solo para vinos blancos, rosados y espumosos, sino también para tintos jóvenes. Para estos últimos, 14°C es un obligado requisito de servicio gastronómico. Y esa temperatura en el Caribe nuestro solo se alcanza con mucho hielo.

Esa necesidad de vinos tintos bien frescos a veces se consigue por algunos de forma censurable. Introducir cubitos de hielo dentro de la copa de vino es una práctica reprochable, además de irrespetuosa. Se está agregando agua al vino, modificando sus características organolépticas.

Parte de la culpa de este acto irresponsable lo tiene la gastronomía. Interpretar adecuadamente el vino también implica dominar su servicio (temperatura, oxigenación, decantación, maridaje, y demás) en el ambiente típico donde se consume. Esta es la asignatura pendiente del Caribe.

Vinos blancos, rosados y espumosos son los ideales para un verano caribeño, todos bien fríos. Pero si la preferencia es de vinos tintos, busque el más apropiado… y exíjalo bien fresco.
 

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Por: Sommelier René García Valdés / Fotos: Alvite