Aún se ven en el paisaje del norte español las talameras, utilizadas para proteger a las colmenas de osos y otros posibles animales que pudieran quedarse con el oro líquido asturiano. No fue hasta finales del siglo XIX que la miel dejó de ser el único edulcorante en Asturias, y es por ello que la región cuenta con una gran cultura de apicultores. Este producto en ese entonces era muy valorado, y ahora es muy habitual verlo en cualquier casa. Además, en la última década, el sector ha tenido un crecimiento importante dentro de la agricultura.
La Miel de Asturias se comercializa bajo la Identificación Geográfica Protegida desde el pasado año 2022. Hizo su presentación en noviembre y salió al mercado con alrededor de 90 profesionales del sector inscritos entre productores (60) y envasadores (32). Este año se ha estrenado en Salón Gourmets presentando sus productos, constituidos por nueve variedades de miel divididas en monoflorales y agrupaciones de flores.
Entre las monoflorales son seis las certificadas por la IGP. Miel de brezo, castaño, roble, eucalipto, calluna y madroño. En las agrupaciones florales hay tres: de costa, de bosque y de montaña. Una característica de las mieles asturianas es que no tienen por qué ser de sabor dulce. La de roble, con un alto contenido de sales minerales, proviene de las secreciones del árbol y puede servir de ejemplo. La de madroño, por otra parte, es amarga, aunque tiene un pequeño matiz salado.
La IGP promete una miel 100% auténtica y proveniente de la Comunidad Autónoma, y advierte también de la importancia de la etiqueta. Antes de esta identificación, la Miel de Asturias lleva 14 años, desde 2008, en el mercado con el sello de Alimentos del Paraíso Natural, certificación otorgada en el Principado. Para formar parte de la IGP, la miel debe tener unas condiciones y características organolépticas, polínicas y físico-químicas y la realización de un registro de las explotaciones apícolas y de los centros de extracción y envasado.
A pesar de ser nuevos entre las identificaciones, esperan evolucionar y ayudar al posicionamiento del producto en el mercado. La miel asturiana ha tenido un proceso evolutivo importante en los últimos años y es un alimento permanente en la región. Muchas de las recetas del principado contienen este oro, como el escaldao navideño, parecido al turrón, o los frisuelos, hermanos de las crepes que se sirven con este líquido dulce. Una nueva certificación que, visto su arraigo, le espera mucho futuro.
Fotos: Cortesía de la IGP Miel de Asturias
