A través del Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), que encabeza Miguel Arias Cañete; y la Fundación Española de Nutrición, que preside Gregorio Varela Moreiras, se ha evaluado la situación de la dieta española en los últimos años y en sus conclusiones se aprecian tanto luces como sombras.
La gran conclusión es que no comemos tan bien ni tan saludable como creemos. En esencia se ha constatado un progresivo aumento, aunque sin llegar a lo recomendado, de verduras y hortalizas. En el lado opuesto, el consumo de energía aportada por lípidos supera las recomendaciones mientras que es inferior a la deseada la procedente de hidratos de carbono.
El análisis se ha realizado a partir de los datos procedentes del “plato medio” consumido durante 2008 por los españoles, desglosando la cantidad de cada grupo de alimentos que toma una persona de media al día. De esta observación se desprende que el mayor consumo en cantidad corresponde al grupo de bebidas sin alcohol, seguido por la leche y sus derivados, las verduras y las hortalizas.
En general, el estudio constata que el consumo de cereales, patatas, verduras, hortalizas y legumbres se encuentra por debajo de lo recomendable; mientras que el de lácteos, pescados, carnes magras, huevos y grasas, dulces y embutidos está por encima de lo que se debería. Los grupos de alimentos que mejor se ajustan, en términos generales, a las recomendaciones nutricionales son las frutas, aceites de oliva y girasol y frutos secos.
Los datos suministrados por la FEN y el MAGRAMA señalan que la ingesta media de energía es de 2.754 kilocalorías diarias por persona. Casi el 40% de ella la aporta la suma de los grupos de cereales y derivados (23,2%) y aceites y grasas (15,3%). El grupo de carnes y derivados cárnicos, representa el 11,8%, cifra demasiado elevada, sobre todo por la diferencia con el grupo de pescados y mariscos, que solo supone el 2,7% de esta energía.
Castilla y León tiene el mayor consumo de energía por habitante
El Panel de Consumo analiza también la ingesta en las diferentes Comunidades Autónomas. El liderazgo nacional en ingesta energética corresponde a Castilla y León (2.458 kilocalorías diarias), mientras que en el extremo opuesto está Murcia (con 1.864). Asturias, Cantabria y La Rioja, todas ellas comunidades septentrionales, están entre las primeras, por debajo de Castilla y León, mientras que la Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid figuran entre las últimas, por encima de Murcia.
La importancia del uso del aceite de oliva como grasa
La FEN ha resaltado la importancia de mantener el aporte de ácidos grasos monoinsaturados presentes en la dieta de la población española gracias al consumo de aceite de oliva como grasa culinaria, pero se debe trabajar en la disminución de la aportación de otros ácidos derivados del consumo de otras grasas, como mantequillas o mantecas.
También destaca que se debe prestar una atención especial a los ácidos grasos poliinsaturados pertenecientes a la familia Omega-3, puesto que su ingesta se relaciona con la prevención de algunas enfermedades. Los datos del estudio indican que su ingesta es del 0,6%, situándose la recomendación actual de consumo entre el 0,5 y el 2%.
Para analizar la calidad de la dieta, también se ha estudiado el consumo de algunos micronutrientes. La ingesta media cubre en más de un 80% las ingestas recomendadas excepto en el zinc, el ácido fólico y la vitamina D (50 a 59 años). Por otro lado, la ingesta de potasio (por su relación con el sodio en el funcionamiento de las células), y la relación entre la ingesta de calcio y fósforo, presentan unos valores inferiores a los recomendados.
Una alimentación que no es saludable
En términos generales, entre las conclusiones del estudio se indica que, a pesar de la extraordinaria disponibilidad alimentaria del mercado español, el consumo medio de alimentos y, por lo tanto, la ingesta de energía y nutrientes no cumple con las recomendaciones de una alimentación saludable.
Por ello, la FEN recomienda seguir trabajando en la educación alimentaria y nutricional de la población, para fomentar una mayor autonomía del consumidor, que le permita una correcta elección de alimentos de acuerdo con los principios de la Dieta Mediterránea tradicional.
Porque, según el Panel de Consumo Alimentario, el respeto de la dieta española a los postulados de la Dieta Mediterránea, aunque sigue siendo relativamente satisfactorio, no ha mejorado nada desde 2006, lo que nos demuestra que todos debemos seguir trabajando en la educación nutricional de la población para fomentar la alimentación saludable.
