¿Existe la copa perfecta?

Creado: Vie, 03/12/2010 - 10:03
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Por: Sommelier René García Valdés
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¿Existe la copa perfecta?

Aunque en la actualidad existen copas definidas para vinos de cada región vitivinícola específica del mundo e incluso para cada una de las variedades principales de uva, una colección privada o un buen servicio precisa ante todo de cinco tipos fundamentales de copa para apreciar el verdadero carácter de un vino

Durante años, el hombre ha aplicado sus conocimientos y recursos a la investigación y al estudio de temas relacionados con el vino. Debido a esto, se han hecho aportes que han mejorado sustancialmente la viticultura, la enología y demás ciencias relacionadas con esta excelente bebida.

Como resultado, las disímiles características organolépticas de los vinos han sido establecidas a partir no solo de la variedad o variedades utilizadas, sino también de la influencia determinante de otros aspectos tales como el suelo, el clima y las técnicas específicas de vinificación empleadas.

Estos descriptores (patrones de vista, olfato y paladar) se han convertido, por lo tanto, en calificativos de los niveles de calidad de vinos de un terroir específico, evaluables a través de la cata profesional.

Sin embargo, el uso de los instrumentos de cata puede limitar la apreciación de los descriptores. Es por ello que las investigaciones también han señalado la importancia del uso de copas especiales para una mejor valoración.

En la actualidad, existen copas definidas para vinos de cada región vitivinícola específica del mundo e incluso para cada una de las variedades principales de uva. No es extraño encontrarse una copa diseñada para un chardonnay clásico, digamos de Borgoña, y otras para vinos de esa misma variedad producido en otras regiones del mundo. A tales niveles se ha llegado que existen, por ejemplo, hasta nueve recomendaciones distintas de copas para vinos de una sola comuna: St. Emilion.

Tener un surtido de variedades de copas es excelente, pues sus diferencias de formas y tamaños hacen que unos vinos se vean, huelan y sepan mejor en unos modelos que en otros.

Sin embargo, es imposible tener la colección exacta y amplia de copas para cada vino que se quiera probar. En realidad, solo se va a utilizar una única copa con un único vino a degustar en un momento preciso, por lo cual determinar la copa única es tarea, amén de embarazosa, muy compleja.

Aunque es verdad que el vino bueno sabe bien en la copa adecuada, siempre prevalecerá por encima de todo su carácter. He probado, por ejemplo, Riberas del Duero de guarda en disímiles copas, muchas de ellas diseñadas para vinos tintos de otras regiones o zonas tales como Borgoña, Burdeos, Chianti o para cepas en específico como Brunello di Montalcino, y aunque sus características de cata pueden variar, siempre prevalece el carácter fundamental que hace grande a ese Ribera del Duero.

Por ello que a solo cinco tipos de copas considero se debe reducir una colección privada, o tener como imprescindible en el servicio de un restaurante: dos para vinos blancos (el tamaño diferencia cual para vinos jóvenes y cual para vinos con vinificación especial), dos para vinos tintos (ídem a lo anterior) y una sola para espumosos.

Eso sí, todas deben ser de cristal claro, traslúcido, sin adornos para que el color del vino pueda ser apreciado sin dificultad. Las cinco siempre estarán bien pulidas, sin restos del detergente utilizado en su lavado, para que nada ajeno al vino interfiera en el análisis organoléptico.

Una colección como esta, además de ahorrar dolores de cabeza buscando la copa perfecta para cada vino y permitir unificar un servicio, ayuda a ratificar que el vino es la bebida más civilizada de todas, pero también a trasladarnos con el olfato y el paladar a montañas, ríos, laderas y arenas de diversas regiones del mundo, gracias a los aromas especiados, frutales, vegetales, minerales, más o menos marcados, solos o combinados, que tipifican a cada vino.

Y es que los vinos, con sabores simples o complejos, corposos, firmes, diluidos, prolongados o efímeros en el paladar, más allá de la copa utilizada se desnudan del todo para el que los sabe apreciar a través de una sola dimensión: el placer.

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Por: Sommelier René García Valdés