Suiza, que no cuenta con cafetos -árboles cuya semilla es el café-, se ha convertido en el centro neurálgico del comercio cafetero, concentrando más del 70% del volumen total del café negociado en el mundo.
De modo parecido a lo que ocurre con el petróleo y el gas natural, una gran parte de este producto se comercia, directa o indirectamente, en regiones del país helvético como Zug, Ginebra y Lausana.
Si bien la mayor parte de este comercio se desarrolla virtualmente, cada año el país importa 1,8 millones de sacos, de los que un tercio vuelve a salir con destino a otros mercados.
Según la Dirección General de Aduanas de Suiza, en el transcurso del pasado ejercicio las ventas al exterior de café elaborado aumentaron un 20%, superando en valor a dos clásicos de la exportación nacional como son el chocolate y el queso.
Las ventajas fiscales y la infraestructura con que cuenta el país helvético hacen que las mayores empresas del comercio cafetero y torrefacción tengan su sede en Suiza.
Un ejemplo es la firma Nespresso, cuyas cápsulas de café, comercializadas globalmente, se producen en su totalidad en dos fábricas al oeste del país. Del mismo modo, al final de la cadena de valor, Suiza se encuentra en una posición de liderazgo, ya que las máquinas automáticas de cadenas de alimentación como Starbucks, McDonald’s, Burger King o Subway, proceden de compañías helvéticas.
El consumo de café en Suiza es, además, uno de los más altos de Europa, con cerca de 1.200 tazas per cápita al año, por delante de consumidores tradicionales como Italia, y tan sólo por detrás de Noruega y Finlandia. Fuente: Neue Zuecher Zeitung online
