El sistema alimentario mundial produce productos más elaborados y de menor calidad nutricional, lo que determina un aumento de la obesidad en casi todos los países, y según muchos analistas las economías de mercado, que se basan en el crecimiento, inducen al exceso del consumo pasivo de alimentos.
Según un estudio publicado por la revista científica The Lancet la situación empeora, y será peor si sigue la tendencia actual, ya que las proyecciones son poco halagüeñas, en particular en los países desarrollados.
En Reino Unido, uno de los países desarrollados con mayor porcentaje de obesos, afirma que afectará a un 40% de la población en 2030, lo que significará un alto costo para las arcas públicas: un adicional de 2.000 millones de dólares al año, equivalente a un 2% del presupuesto destinado a la salud.
En Estados Unidos, el incremento de personas con sobrepeso u obesidad sería aún mayor, y la relación podría subir de uno de cada tres a uno de cada dos adultos.
México sería otro afectado, ya que para ese mismo año, el número aumentaría a 164 millones, cuando en 2008 era de 99 millones, y la tasa de obesidad está entre las más altas de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Agricultura y la Alimentación -de principios de este año- en Argentina el porcentaje de obesidad en niños menores de cinco años sería del 7,3% de prevalencia, seguido por Brasil y México.
Entre las medidas propuestas a nivel mundial para frenar esta situación está la de poner mayores impuestos a los alimentos poco saludables y medidas restrictivas para la denominada comida chatarra, como advertencias en los envases y nuevos programas educativos sobre el tema en las escuelas.
