Tempura y vino blanco japonés

Creado: Mar, 13/04/2010 - 04:01
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Tempura y vino blanco japonés

Un vino blanco japonés de categoría. A muchos les sonará a entelequia procediendo de un país con escasa tradición vinícola. No es de extrañar; hasta hace poco ni siquiera los nipones mostraban estima por el vino de Koshu, elaborado en la prefectura de Yamanashi con la única uva autóctona del país.

Sin embargo, un estudio de la Universidad de California confirmó en 2004 que la uva de Koshu pertenece a la variedad vitis vinífera, lo mismo que la Chardonnay o la Sauvignon blanc.

Poco después, Robert Parker, el gurú estadounidense, alabó varios de estos caldos en sus reseñas. Hoy no sólo está cautivando a los gourmets japoneses, sino que 15 empresarios agrupados en torno a la asociación Koshu of Japan (KOJ) han decidido dar el salto al mercado europeo en 2010. Sobre todo después de que varias catas organizadas por la asociación el pasado enero en Londres cosecharan una repercusión mediática muy positiva.

La uva de Koshu, introducida desde China en el siglo VI por monjes budistas, ha sido siempre apreciada en Japón. Pero sólo como postre. Fue en el siglo XIX, con la apertura del país a la influencia extranjera, cuando un grupo de agricultores de Yamanashi empezó a elaborar vino blanco, un producto hasta hace poco denostado en favor de los caldos extranjeros y de las dos bebidas predilectas del país; la cerveza y el sake.

"En los últimos cinco años, su calidad ha mejorado hasta el punto de cosechar estupendas críticas y cambiar la actitud de los consumidores japoneses y de los extranjeros que empiezan a conocerlo", explica la experta surafricana Lynne Sherrif, a quien KOJ ha contratado como asesora.

La mejor prueba de este salto cualitativo es que cada vez más restaurantes de Tokio, la ciudad con más estrellas Michelin del mundo, incluyen blancos de Koshu en sus cartas. Por ejemplo, Les Créations de Narisawa, establecimiento del chef Yoshiro Narisawa, con una estrella.

"Lo primero que llama la atención del vino de Koshu es su color grisáceo, casi transparente. En el paladar deja notas de fruta fresca; pera o cítricos como el yuzu", explica Gushi Franklin, sumiller boliviano-japonés del citado restaurante. "

Al ser un vino liviano tiene en torno a 10 grados de alcohol] y con una acidez muy leve, marida estupendamente con platos ligeros de la cocina nipona.

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