Buenas Copas para el buen vino

Creado: Jue, 05/08/2010 - 09:10
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Por: Sommelier René García Valdés
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Buenas Copas para el buen vino

Si hay algo que le da su sabor exacto a un buen vino es beberlo en la copa exacta para él, ya sea un tinto, rosado, blanco, espumoso o un fortificado.

El sabor del vino es mejor cuando se bebe en la copa apropiada. Esta afirmación por curiosa o exagerada que pueda ser ha sido demostrada en la práctica, en catas comparativas.

Existen decenas de tipos de copas de vino. Y cada una de ellas tiene un fundamento que la hace única e inigualable. Cada región vitivinícola tiene sus propias ideas acerca de la copa perfecta para sus vinos. La mayoría se basa en principios gastronómicos de peso, que son aplicables a vinos de otras regiones.

Si existen variadas copas, decantadoras, incluso rituales para diferentes vinos, esto no debe verse como un trato sino como una expresión de los diferentes placeres sensoriales que cada uno de ellos proporciona. Además de ayudarnos a enfatizar las diferentes características del vino, estas añaden la experiencia para hacerlo inolvidable.

Todas tienen en común una esencia: brindar el máximo de placer organoléptico en el momento de beber el preciado líquido.

CARACTERÍSTICAS GENERALES QUE DEBEN POSEER LAS BUENAS COPAS DE VINO

Existen criterios generales a tener en cuenta en el momento de seleccionar una buena copa de vino.

Limpieza

Las copas tienen que estar bien limpias. Los detergentes afectan los aromas de los tintos, blancos y rosados y la espumabilidad de los espumosos. Solo hay una forma de lograr que la copa esté perfectamente limpia, pulida y brillante. Después de fregarse con jabón o detergente para eliminar la grasa, debe ser enjuagada en agua caliente y debe secarse con un paño de lino o algodón aun estando húmeda.

Pie

También es imprescindible que el pie sea lo bastante largo para que los dedos la sostengan sin tocar el cáliz. Una copa de vino blanco, rosado o espumoso (todos servidos fríos) se calientan muy rápidamente en contacto con la mano.

Capacidad

Deben ser lo bastante grande para poder servir el vino en cantidad suficiente sin llenarla más de su cuarto de capacidad. Si la copa es muy pequeña no se podrá hacer girar el vino para que libere sus aromas, ni levantarla con comodidad para observarlo a trasluz.

Transparencia

Las copas deben ser totalmente transparentes. Las coloreadas o talladas distorsionan la apariencia de los vinos, principalmente la de los blancos. Por eso deben ser lisas y sin facetas. Las pesadas copas de vidrio tallado o fileteadas de oro son simplemente bonitas, pero no favorecen la apreciación del vino ni el placer de la degustación.

Las copas de color impiden admirar las capas del vino. El material ideal es el cristal fino, ya que este proporciona una claridad óptima y su finura permite ver sin ningún tipo de deformación el contenido en la copa.

Las catas comparativas han convencido a los expertos de que las copas de cristal fino contribuyen al placer gustativo, aunque para algunos el temor de romperlas impide disfrutar plenamente del momento.

Forma

En primer lugar una copa de vino debe ser convexa, en forma de tulipa cerrada, para captar los aromas del vino y canalizarlos hacia la nariz. Una copa cuyo cáliz sea poco profundo dejará una superficie demasiado grande de vino en contacto con el aire y no podrá retener los aromas. En este caso la mitad del placer de la degustación se habrá perdido.

¿Cómo conservarlas?

El mejor lugar para guardarlas es de pie en un mueble cerrado. Boca abajo recogen olores de madera o pintura. Una alternativa aconsejable es un copero donde cuelguen hacia abajo.

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS TINTOS

Las copas de campana ancha permiten que los componentes aromáticos del vino tinto se liberen generosamente, así como la acción de agitarlo sin que este se derrame. Pero una gran superficie ayuda a volatizar rápidamente los aromas de un vino joven, lo cual no es recomendable.

Los tintos envejecidos se benefician más cuando la campana es mayor, pues esto propicia que una mayor superficie del líquido esté en contacto con el aire. Los tintos, especialmente los más envejecidos, necesitan mucho espacio para respirar. Se desarrollará más el vino en estas copas que en la decantadora en que se vertió anteriormente para su obligatoria primera oxigenación.

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS FORTIFICADOS

Los oportos, jereces, madeiras y otros fortificados deben servirse en copas de borde más cerrado para apreciar su bouquet, dado su mayor contenido alcohólico. La copita, tradicional instrumento de la región jerezana es muy apropiada también para otros fortificados.

No resulta aconsejable utilizar la copa pequeña de licor para estos vinos, pues además de verse escaso, no tiene suficiente espacio para que se disfruten los aromas.

Estas explicaciones parecen simples, pero es más agradable degustar un vino en un recipiente de cristal que en una copa ordinaria.

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS BLANCOS

Deben ser más pequeñas que las utilizadas para los vinos tintos. Aquí no es deseable la respiración rápida del vino. Todo lo contrario. Los aromas primarios y secundarios deben permanecer constantes hasta el último sorbo en la botella.

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS ROSADOS

Al igual que para los vinos blancos, el uso de la copa pequeña en el vino rosado permite que los elementos aromáticos de frutosidad permanezcan intactos de principio a fin (relativamente hablando).

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS ESPUMOSOS

Una copa de tulipa delgada tiene la forme exacta para resaltar las burbujas en los espumosos, aspecto evaluable en este tipo de vino. Otra copa sería insuficiente porque un área de superficie mayor crea dispersión en las burbujas y disipa su espumabilidad más rápidamente.

COPAS IDEALES PARA LOS VINOS DE POSTRE

Los vinos de postre, al ser más intensos en aromas y dado su grado de dulzor, se sirven en menor cantidad. Para esto deben utilizarse copas pequeñas.

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