Su olor en invierno. Los desayunos con churros, las enormes colas en año nuevo para conseguir una taza cuando el día ya está a la vuelta de la esquina. Cualquier postre de los que entran incluso cuando piensas que ya no va a entrar nada más. Ahora, en verano, se disuelve en leche fría y ayuda a dormir cuando el ventilador resuena en la esquina de la habitación. Esos y muchos más son los motivos por los que celebrar el Día mundial del cacao, este miércoles 7 de julio, es indispensable. Es importante, por cierto, distinguir entre cacao y chocolate: El primero es la semilla de una planta, el otro el producto ya elaborado.
Aunque los mayas empezaron a cultivarlo hace 2.500 años, el cacao estaba presente en la selva amazónica desde hace 4.000. Una curiosidad es que en la cultura indígena estaba considerado algo divino. Fue con Hernán Cortés cuando viajó por primera vez por el mar hasta llegar a Europa. Allí, se convirtió en alimento de nobles y surgió el endulzamiento con azúcar o miel para adecuarlo al gusto de los europeos. Aunque España quiso ocultar su receta secreta en la corte, el secreto salió a la luz con la llegada de María Teresa de Españaa la corte francesa tras su boda con Luis XIV. La fanática de este alimento no pudo guardar silencio y se convirtió en algo tan popular que llegó a estar prohibido tomarlo en los bares. Había salido del Palacio Real para siempre.
Además de su adictivo sabor, el cacao tiene numerosas propiedades de las que poder aprovecharse cuando degustamos una onza de chocolate. Es precursor de la serotonina gracias a la cafeína o el triptófano que genera la tiramina, por lo que mejora el humor. Es antioxidante, lo que ayuda a controlar el colesterol, además de que es muy rico en hierro. También ayuda a disminuir la presión arterial, ya que influye en la producción de óxido nítrico, el cual relaja los vasos sanguíneos.
Mientras que unos cantan que el 7 de Julio se celebra San Fermín, nosotros ponemos los ojos en una tableta de chocolate y pensamos cómo prepararla para celebrar su día como es debido. Para ello, aprovechando el frescor del verano, podríamos realizar un helado de cacao. Se necesita de este en polvo, leche condensada y crema de leche. Con aroma de vainilla se le puede dar un toque especial, y también se podrían añadir frutos secos a la mezcla, como cacahuete. Tras unas horas en el congelador, estaría listo. También podríamos decantarnos por una receta clásica del bizcocho de chocolate y naranja, u hornear unas galletas al estilo estadounidense. Cualquier excusa es perfecta para coger el delantal si esta delicia está de por medio.
