Una copa de vino a su salud

Creado: Dom, 16/11/2014 - 17:07
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Por: Dr. MsC. Julio César Ginarte Suárez
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Una copa de vino a su salud
Desde la antigüedad, el vino ha formado parte de la historia y cultura del hombre, y siempre ha estado relacionado con su salud y longevidad. Sin embargo, cuando realizamos un brindis y pedimos “salud”, no siempre somos conscientes de cómo realmente puede ayudarnos a lograr este objetivo.
Para esto es necesario conocer acerca de las propiedades bioquímicas y fisiológicas que presentan los vinos (especialmente el tinto), y cómo estas pueden producir efectos beneficiosos en la protección contra determinadas enfermedades en los seres humanos.
El vino es la bebida que resulta de la fermentación alcohólica del zumo de uva, y por extensión la obtenida a partir de otros frutos o materiales vegetales. Su elaboración consta de tres fases principales: obtención del mosto, su fermentación, y por último su conservación y envejecimiento. La uva que ha de dar tinto sufre una fermentación previa, antes de ser procesada, lo que diferencia al proceso de fabricación del blanco, donde se le procesa directamente.
Hoy día, expertos en el tema han realizado una serie de estudios que nos han permitido saber que el consumo de vinos de manera habitual, pero moderada (2 vasos = 300 mL = 30 g al día), ofrece beneficios tales como:
 
•Acción antiespasmódica.
•Activación de la secreción biliar.
•Acción antibacteriana.
•Efecto antihistamínico (atenúa las reacciones alérgicas).
•Protección de las paredes arteriales, al fortalecer el colágeno y la elastina que lo forman.
•Aporte de minerales y oligoelementos: magnesio, que disminuye el estrés; zinc, que mejora las defensas inmunitarias; litio, que equilibra el sistema nervioso; calcio y potasio, que garantizan un adecuado equilibrio iónico y eléctrico.
•Se recomienda en casos de anemia, ya que contienen medio miligramo de hierro, y el alcohol ayuda a la absorción del hierro.
•El consumo de vino tinto durante las comidas atenúa la pérdida de memoria por insuficiencia circulatoria cerebral, que es común en las personas de la tercera edad.
•Puede ayudar a retrasar el envejecimiento y prevenir enfermedades geriátricas como el Alzheimer.
•Actúa contra la anorexia o falta de apetito, al estimular los órganos gustativos y olfativos.
•También se les atribuyen propiedades antioxidantes, antitumorales (tienen efecto citostático sobre células tumorales del intestino).
•Protege contra la Cardiopatía Isquémica y otras enfermedades cardiovasculares, entre otras.
 
Todo esto es posible gracias a la presencia de alcohol en la composición de los vinos, que se encarga de proteger los vasos sanguíneos al evitar la agregación de las plaquetas, que contribuyen al desarrollo de la arteriosclerosis y a la formación aguda de trombos: embolismos circulatorios y reducción del flujo de sangre a través de las arterias. Además, son ricos en unas sustancias denominadas polifenoles (particularmente quercitinas y resveratrol), los cuales constituyen fieles exponentes de propiedades antioxidantes.
Los polifenoles son un grupo variado de moléculas que desempeñan un papel importante en la fisiología de las plantas, como las uvas.
Contribuyen a su defensa contra insectos, hongos y otros microorganismos, ayudándolas también a que mantengan su integridad ante la continua exposición al sol, y a altas temperaturas, entre otros agentes ambientales que pueden ser perjudiciales.
La cantidad y calidad de los polifenoles en la uva dependen principalmente de la variedad de la vid, clima, terreno y de las prácticas de cultivo. Ellos se encuentran localizados en la piel de la uva, semillas y en poca cantidad en el zumo, razón por la cual el vino tinto posee mayor cantidad de polifenoles que el blanco (sus concentraciones varían entre 1,80 y 1,06 g/L para el vino tinto y entre 0,16 y 0,30 g/L para el blanco).
Estos compuestos poseen en su estructura unos anillos aromáticos que le confieren la capacidad de donar hidrógeno a las células y de esta forma actuar como antioxidantes, protegiendo a las lipoproteínas del organismo de la oxidación. O sea, inhiben el “colesterol malo”, que una vez oxidado pasará a formar una placa de grasa en la pared de las arterias.
La preocupación por una alimentación sana y un estilo de vida más saludable está intrínsecamente vinculada a la cultura del vino. Y, pese a que todavía queda mucho camino por recorrer en el estudio de las propiedades bioquímicas y fisiológicas de esta “milagrosa” bebida, no caben dudas de que consumirla de forma moderada, y con una dieta equilibrada, tributa a nuestro bienestar y calidad de vida. Yo, por lo pronto, me despido brindándoles una copa a su salud.

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Por: Dr. MsC. Julio César Ginarte Suárez