El té se ha consolidado como una de las bebidas más consumidas del planeta y como un fenómeno cultural y económico de alcance global. Más de 2.000 millones de personas en todo el mundo lo consumen de forma habitual, lo que explica su papel central en la vida cotidiana de numerosos países y su peso creciente en la economía agroalimentaria internacional.
En este contexto de expansión del consumo, China refuerza su posición como líder mundial y da un paso más al convertir su industria del té en una herramienta estratégica para la revitalización de las zonas rurales, el aumento de los ingresos agrícolas y el desarrollo territorial sostenible.
Este nuevo enfoque quedó patente durante el Congreso Mundial del Té Verde 2025, celebrado en el condado de Wuyuan, en la provincia oriental de Jiangxi, un territorio que se ha convertido en referencia del modelo chino de integración entre agricultura, economía local y turismo.
El congreso, organizado conjuntamente por la Sociedad Científica del Té de China, la Asociación para la Investigación y Promoción de la Civilización Ecológica de Jiangxi y el Servicio de Información Económica de China, reunió a expertos y empresas internacionales para analizar el futuro del sector. El mensaje fue claro: en un mundo que bebe cada vez más té, China apuesta por que cada taza contribuya también a revitalizar sus territorios rurales y a construir un desarrollo más equilibrado y sostenible.
El té, una de las bebidas más influyentes del planeta
El crecimiento del consumo global ha situado al té entre las tres bebidas más importantes del mundo. Su arraigo cultural, su versatilidad y la creciente demanda de productos vinculados al bienestar y a los estilos de vida saludables explican un auge sostenido que trasciende fronteras y tradiciones.
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China, como principal productor mundial de té, concentra una parte esencial de esta industria. La producción nacional supera los 37 millones de toneladas de té, con un valor total que rebasa los 39.600 millones de euros. Este volumen económico no solo refuerza el liderazgo internacional del país, sino que actúa como palanca directa de desarrollo regional.
El reconocimiento del té como producto de relevancia global se refleja también en el plano simbólico e institucional, con la instauración del Día Internacional del Té, una fecha que subraya su importancia cultural, social y económica en todo el mundo.
China convierte el té en palanca de desarrollo rural
Más allá de las cifras macroeconómicas, el valor estratégico del té en China reside en su capacidad para transformar el medio rural. El caso de Wuyuan es ilustrativo: el condado cuenta con cerca de 14.000 hectáreas de plantaciones de té —aproximadamente — y un valor de producción industrial que supera los 720 millones de euros.
En esta región, el té se ha convertido en uno de los principales motores económicos locales. Su desarrollo ha permitido aumentar los ingresos de los agricultores, modernizar las cooperativas y generar nuevas oportunidades vinculadas al turismo rural y cultural, donde las plantaciones, los paisajes y la tradición del té forman parte de la experiencia del visitante.
Este modelo integrado combina agricultura, industria, turismo e innovación cultural, y apunta a un objetivo claro: fijar población, crear empleo y garantizar un crecimiento económico sostenible en las zonas rurales.
En un mundo que bebe cada vez más té, China apuesta por que cada taza tenga también un impacto positivo en el territorio. La industria del té se consolida así no solo como un símbolo cultural milenario, sino como una herramienta moderna de desarrollo, cohesión social y revitalización rural.
